martes, noviembre 26

Comercio electrónico

Desde la creación y la expansión masiva de Internet se empieza a producir una carrera empresarial por aprovechar la red y adaptarse a las nuevas formas de llevar a cabo el negocio. Este fenómeno de búsqueda de la innovación no es algo intrínseco a Internet, ni mucho menos, sino que viene dado por el carácter propiamente empresarial y del libre mercado. En definitiva que, casi por definición, una empresa tiene que innovar. La diferencia de esta etapa con respecto a las grandes otras anteriores es que topamos con un nuevo espacio de comunicación, un nuevo espacio de ventas y de mostrarse al público, que es Internet.

En esta etapa, la distribución empieza a tomar capital importancia. Si en el modelo tradicional –antes de Internet- la distribución era de forma lineal el siguiente paso de la producción, ahora se plantean como sectores diferentes [1]. Puede trabajar de forma independiente debido a la flexibilidad que permite a la empresa. En todos los sectores ha habido un crecimiento de empresas emergentes que han desbancado a otras tradicionales por no haberse sabido adaptar correctamente al nuevo modelo o las nuevas exigencias. O simplemente, porque una de las empresas ha llevado a cabo una forma revolucionaria que ha acabado por superar a la de la competencia.

En esta línea podemos decir que Internet ha sido realmente disruptivo en dos sentidos: permitiendo nuevas posibilidades en la información o publicidad, en todas sus formas, de las empresas y la comunicación con el cliente y, en segundo lugar, actuando como nueva plataforma para otros negocios que tienen su objeto en el propio soporte tecnológico de Internet.

En cuanto a la venta de productos, hay múltiples modelos y formas de almacenarlos y distribuirlos. Sin embargo, me centraré en un tipo de plataforma y modelo de venta que tiene su base específicamente en Internet y es en este sentido totalmente rompedor: el comercio electrónico (o e-commerce).

Era el primer método de venta exclusivamente efectuado por la red. A través de la web: el producto se publicita o se muestra al potencial comprador, se efectúa la transacción monetaria y el vendedor da la confirmación de la compra y las condiciones de distribución.

Pese a las ventajas como el alcance global, la ubicuidad y sobre todo la comodidad, desde el principio ha tenido como principal barrera la desconfianza de un amplio sector de la sociedad. No ver físicamente el producto que adquieres, tener que hacer el ingreso dando los datos de la tarjeta de crédito y la desconfianza sobre si el producto llegará, el estado del mismo y la garantía son las trabas más comunes que encuentra mucha gente. No obstante y tal y como se encargan de subrayar los expertos y empresarios del comercio electrónico, muchos de esos temores son infundados ya que el sistema está en continuo crecimiento y ya es totalmente seguro. Así lo afirma Rafael Torres, director general de Mercado Actual (empresa española que vende a través de Internet productos tecnológicos, de imagen y sonido): “los nuevos consumidores pueden estar tranquilos porque tanto la tecnología actual como la legislación española, muy exigente en la protección, trabajan a su favor”. [2]
Lo más importante, sin embargo, es elegir webs fiables, ya que no faltan los casos de fraude y las estafas. El peligro de este recelo está en que dificultan la entrada en el mercado de nuevos negocios, más modestos, de los que el comprador tenderá a fiarse menos. Por otro lado y por si se nos olvida que Internet es el reflejo de la vida “real”, otros casos de intervención judicial se han dado por evasión de impuestos [3]. No obstante, el control está aumentando debido a la creciente relevancia que está cobrando el comercio electrónico y en general el flujo de dinero a través y debido a Internet. Como todos los ámbitos relacionados con la red, se requiere de nuevas regulaciones para realidades antes inexistentes y existe el riesgo de coger desprevenida a la ley e incluso de ganarle la partida aprovechándose de esta novedad que imposibilita la legislación tan inmediata.

Como empresas emblemáticas tenemos a Amazon, una de las pioneras, y a eBay, que apostó por otro modelo de compra-venta: el de las subastas.

Ambas se han consolidado como grandes empresas que han absorbido a otras tantas, de las que cabe destacar algunas de ellas, ya que es muy ilustrativo. EBay posee desde 2002 PayPal, multinacional que permite la transferencia de dinero entre usuarios con correo electrónico [4]. Lo cual evita dar los datos de la tarjeta de crédito en cada pago y crea un fondo a través del cual se efectúa la transacción. Tuvo un crecimiento meteórico en sus inicios, entre un 7 y un 10% al día entre enero y marzo de 2000 [5]. Por su parte, Amazon es propietaria de Internet Movie Database (IMDb), la célebre base de datos digital de películas y el 5 de agosto de este año el propietario de Amazon [6], Jeffrey Bezos, compró ni más ni menos que el diario The Washington Post por 250 millones de dólares [7]. Esto sin da una idea de la magnitud en términos económicos del asunto. También dice mucho el carácter multi-sectorial de estos grandes grupos empresariales, que agrupan empresas de muchos ámbitos y se convierten en importantes corporaciones.
Jeffrey Bezos, dueño de Amazon, comprará The Washington Post por 250 millones
Con unos abanderados tan potentes y un mercado en alza, el comercio electrónico sigue disfrutando del crecimiento y consolidándose en la vida cotidiana. No en vano generó en 2011 unos ingresos del calibre de 9.200 millones de euros en 2011, de hecho un 25% más que el año anterior, según un estudio promovido por Ametic, la patronal tecnológica [8]. Lo que estamos viviendo ahora es la internalización de productos hasta entonces relegados a la venta local. Podemos estar en Houston y pedir un jamón de Teruel a la empresa de barrio que ha decidido lanzarse a la venta online, lo cual antes ni se podía plantear.

[1] La estrategia de la empresa en la era de InternetJordi Canals Margalef.Información Comercial Española, ICE: Revista de economía, ISSN 0019-977X, Nº 793, 2001 (Ejemplar dedicado a: Nuevas tecnologías, ¿nueva economía?) , págs. 57-76

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