sábado, octubre 26

Introduccion: La exploración de la explotación. Acercamiento a los nuevos modelos comerciales en la red.

A lo largo de las últimas décadas se ha ido desarrollando exponencialmente el fenómeno de Internet. La red de redes. Un nuevo paradigma en la comunicación, que se introduce tanto en su versión micro -pequeña escala, de relaciones personales- como macro –gran escala, organizacional, de relaciones públicas y eminentemente empresarial o comercial-. No es, por tanto, nada extraño que esto requiera, de la misma forma, de un cambio de paradigma en muchos otros aspectos.

En este blog nos centraremos en este cambio de paradigma, en estas nuevas formas de explotación comercial que se abren en un gran abanico que en muchos casos aún está por afianzarse pero que avanza y se desarrolla a pasos de gigante. 

Haciendo una retrospectiva a modo de recopilación para no perdernos y ver todos los aspectos posibles en los que Internet se usa como un apoyo o un fin en su mismo en el desarrollo empresarial, daremos algunas pinceladas sobre los usos que se dan en la red, centrándonos en los temas que trataremos en las sucesivas entradas. Estos temas se puede dividir en varios bloques, que serán: el crowdfunding como método de financiación a través de Internet, el consumo de música en la red, el cine, las series y por último otros modelos de financiación empresarial que creamos innovadores, de trascendencia o simplemente curiosos.
Por ejemplo, en el caso del crowdfunding, podremos hacer referencia, tratando este método de financiación, a muchas otras formas artísticas como las que hemos citado (cine, series, música…) y también otros proyectos empresariales, de todo tipo. Como apunta Germán Llorca en el artículo El crowdfunding y los nuevos modelos de negocio info-digital  (I Congreso Internacional de Comunicación Audiovisual y Publicidad. Internet y la Información , 2010), “no en vano, las transformaciones de tipo tecnológico y social que subyacen en todos estos ámbitos son las mismas y se deben a los procesos de convergencia tecnológica y formal en marcha”.

En definitiva, volviendo a esta reflexión sobre los nuevos modos de comercialización en la red, podemos afirmar que Internet, como nueva plataforma o canal de comunicación, requiere de una nueva forma de presentar cualquier elemento que se quiera vender. Desde el diseño de un catálogo de El Corte Inglés a una serie que se puede ver online o, aún más, una webserie, hecha expresamente para ser consumida a través de Internet. Todos estos elementos requieren y conllevan un replanteamiento de la forma de difusión y por tanto, de su financiación. 


Se ha creado una corriente de opinión muy popular y por la cual todo lo considerado “cultura” debe poder ser consumido de manera gratuita en la red. Esta idea tiene en su otro extremo necesariamente la corriente de que para que se siga haciendo ese arte o promoviendo la creación cultural tiene que haber un pago de dinero, una contraprestación económica que pueda hacer sostenible la situación y mantener saludables las empresas. Durante muchos años se ha estado dando lugar esa dualidad, a modo de oposición “gobernantes” y “gobernados” o “élite” y “populacho”, como diría Raymond Williams (Cultura y sociedad, 1958). Lo que muchas veces no se plantea como opción ante ese debate que siempre resulta tan estéril es que la solución no se encuentre en uno u otro lado, incluso no en un término medio, sino en un cambio de modelo de financiación. Poniendo el ejemplo de la música, que trataremos en entradas venideras, el streaming permite escuchar música de forma legal en plataformas como Spotify o Grooveshark y la financiación no la hace el consumidor directamente (en su mayor parte), sino empresas publicitarias. Sin aclarar si este método en concreto es sostenible o no, es una muestra de las opciones de cambio de permite y que requiere el gran crecimiento del uso de Internet.









En las siguientes entradas iremos analizando fenómenos como el de este ejemplo y dando pinceladas sobre este tema de tan candente actualidad como es la financiación y la sostenibilidad en las nuevas plataformas digitales.

Jorge Dobón Mascarell

viernes, octubre 25



CINEMATOGRAFÍA EN LA RED

La industria cinematográfica ha sufrido una lenta digitalización no sólo en el panorama audiovisual sino en todo lo referente a las industrias culturales. La seguridad en la transmisión y los estándares económicos, han sido determinantes en la consecución tecnológica de esta industria.

Debemos añadir a esto, que los espectadores ya no están sujetos a los tempos que marca la industria audiovisual en la comercialización de sus contenidos a través de salas de video o televisión, y reclaman un acceso instantáneo a los contenidos y que no esté controlado por los agentes económicos que los dominan. La clave de la digitalización ha estado, y todavía está, en el sector de los distribuidores, que destaca por su papel hegemónico en la estructura tradicional cinematográfica y por constituir el último de los procesos en abordar el escenario digital.

La digitalización del cine, ha planteado una amenaza para la distribución y el lugar que esta ocupa como elemento central en la comercialización de los productos y el control de los mercados, ya que existe una alta concentración por parte de las majors norteamericanas. La tecnología digital no sólo supone una transformación tecnológica, sino que se realiza en un contexto convergente donde confluyen el conjunto de industrias culturales. El cine, entendido bajo su modelo tradicional de explotación, también se encuentra amenazado ante las nuevas formas de comercialización.

 Con Internet, el cine no ha hecho más que explorar sus posibilidades de comercialización. Plataformas como "Netflix" han sabido adaptarse a la evolución de Internet y del público, ofreciendo primero una página de pedidos de películas en soporte físico para alquiler y, luego, visionado en streaming . La innovación ha estado en la aplicación de una cuota mensual de pago que permite el acceso ilimitado al catálogo de películas. La oferta es atractiva; por ocho dólares al mes, los espectadores estadounidenses y canadienses tienen acceso ilimitado a películas y series de televisión, sin límite de duración ni de pases, y con puntuales pre-estrenos y contenido exclusivo. Esta vía de comercialización ha conseguido un total de 23 millones de abonados en EEUU y Canadá y unos ingresos netos de 60 millones de dólares. Por su parte, el servicio ofrecido por la plataforma "Vudu", permite el alquiler o descarga de películas mediante pago por consumo, evitando la cuota de abonado, aunque los precios oscilan entre los 1 y 6 dólares para alquiler de un pase a 5-25 dólares por la compra de la película.

 Estas nuevas formas de distribución en línea han abierto una brecha en el modelo convencional, no solo cinematográfico, sino de distribución de contenido. Los distribuidores de programación multicanal (Multichannel Video Programming Distributor, MVPD), principalmente basados en cable o satélite, han señalado a servicios como Netflix o Vudu como los culpables del fenómeno de migración de abonados a formas de consumo por Internet, conocido como cord cutting que consiste en sustituir la cuota de 80-100 dólares mensuales que supone la suscripción a un operador norteamericano de cable por el coste de una cuota de alrededor de 8-10 dólares por contenido audiovisual (aparte la linea de alta velocidad, aunque incluso así sale mucho más barato).


  La implantación en Europa aún no es significativa. Destacó MovieSystem, operador francés que surgió con el apoyo de Pathé y Europa Films para distribuir sus catálogos, a través de una plataforma llamada NetCine. Ambas marcas las compró Canal+ en 2004, para formar CanalPlay, un portal de alquiler y descarga de contenido televisivo y cinematográfico.
En España la repersusión ha sido mucho menor En España, el servicio bajo demanda lo ofrecía Pixbox, de Telefónica que ofrecia películas y música, pero esta tienda virtual cerró en 2011.

De todo esto, podemos sacar como conclusión que la distribución de contenidos audiovisuales progresa de forma imparable en Internet. El método tradicional de comercialización, queda como reducto de una manera de entender la industria convencional, acorde a estructuras rígidas y estancas. La convergencia de los medios en la red ha modificado las formas de consumo y ocio de los espectadores, que buscan a través de sitios web una oferta personalizada de consumo bajo demanda. En mi opinión, todo ello dará lugar a una mayor democratización al acceso del gran público a las producciones cinematográficas, ya que el mercado de internet facilitará la proliferación de nuevos distribuidores ofreciendo un servicio más personalizado, y obligando a las majors que controlan hoy en día el mercado mundial a encontrar nuevas fórmulas para satisfacer al espectador. 

Por otra parte, queda sin resolver si este nuevo mercado que se nos presenta y que podría invadir nuestros hogares no acabará con el encanto de las
grandes salas y el ritual que experimenta el espectador por el acto de asistir a las salas tradicionales de proyección, y que se ha prolongado a lo largo de más de un siglo desde que una noche del 28 de diciembre de 1895 en los bajos del Grand Café de París, los hermanos Lumiere llevaran a cabo su primera demostración de ese gran invento llamado “cinématographe”

 Javier Pedro Puchades Latorre