jueves, octubre 31

FASHION FILMS



   




Un fashion film es una película donde la moda ocupa un papel protagonista. Su estructura es similar a la del video clip, con una duración de entre 1 y 15 minutos, aunque lo habitual es alrededor de 3 minutos, con el objeto de seducir y recordar la marca. Son historias con una narración más profunda, a medio camino entre proyecto artístico y spot publicitario.

  

Gracias a la distribución online, no tenemos la necesidad  de programar o comprar una gran serie de medios o espacios televisivos; podemos distribuir y comunicar de otra manera y por lo tanto no depender de la tiranía de los 30 segundos que supone un spot publicitario en televisión, y así poder abordar mensajes más largos y por tanto más profundos e interesantes.


Las grandes marcas lanzan un producto bajo un concepto innovador, normalmente se

"A Therapy" Roman Polanski's short fashion film

muestra una línea argumental explicando una breve situación con una pequeña trama como si de un cortometraje se tratara. Esta modalidad se ha implantado recientemente como concepto de marketing viral, generalmente se producen para ser reproducidos a través de la red, y así puede llegar al consumidor con más facilidad y aprovechando la posibilidad boca-oido para difundir una marca o un producto determinado.

En España también se producen estas piezas publicitarias que ya se han extendido rápidamente en el resto del mundo. Los “Fashion Films” han creado un nuevo concepto visual que viene precedida por el apoyo de las marcas de moda más importantes en todos los sectores.

La frase 'fashion film' está ganando terreno. Hay un festival en París cada año, una especie de Sundance para “Fashion Films” y ofrece premios a los cortometrajes hechos y exhibidos en internet. Estas ofertas de internet, parecen ser lo que las personas que trabajan dentro de la industria de la moda ven como las auténticas 'películas de moda'.  El fotógrafo de moda Nick Knight fundó Showstudio.com para crear tales películas. La intención era convertirlo en un escaparate para las nuevas colecciones de cada temporada.

Ben Kingsley
Pero hay otra forma de 'fashion film' en los anuncios ahora encargados por las marcas de lujo, que son ejecutadas  incluso por respetados actores y actrices  como Natalie Portman (El cisne negro) o Ben Kingsley (La lista de schindler)Helena Bonham Carter (El discurso del rey) y directores de cine como David Lynch, Roman Polanski, Wong Kar-Wei, Jean-Pierre Jeunet y Baz Lurhman que han hecho películas de moda de este tipo para ser proyectado en la televisión y en línea, siendo el uso de fotogramas de las películas como parte de una publicidad en campañas de revistas. 

También hay películas donde se incluye el 'Product
Manolo Blahnik
Placement' ahora se muestran los productos mismos independientemente, como se lleva a cabo en los largometrajes, zapatos de
Manolo Blahnik colocados estratégicamente en un estante, un bolso Louis Vuitton presentado como un regalo...


Fashion Films en #canalplusestademoda
Los mejores "fashion films" de la temporada - La vida al bies. Blog de moda de Rafael Muñoz
Qué son los Fashion Films | Fashion Films
ingentaconnect Editorial
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JAVIER PEDRO PUCHADES LATORRE

martes, octubre 29

El caso Spotify

El futuro del consumo de la música está pasando desde hace ya bastante tiempo por un período de incertidumbre en el que diversas empresas están saliendo a la luz con soluciones o, al menos, ideas para una comercialización “sostenible” de ésta. Desde el momento en que la tecnología digital permite a las ondas sonoras ser traducidas en unos y ceros y, sobre todo, el que permite la comunicación entre computadores mediante Internet, ha habido muchas y variadas respuestas.

Por un lado, desde el lado institucional y de las grandes discográficas, además de la gran mayoría de artistas –normalmente los adscritos a éstas- se ha llevado a cabo una demonización de la red, como caja de Pandora que daba rienda suelta al robo y la piratería. Se vieron de golpe despojados de su control y propiedad real de la música cuando la banda ancha unida a la Web 2.0 permitieron el desarrollo del streaming (por ejemplo YouTube, MySpace o Last.fm), redes de usuarios Peer-to-Peer o P2P (Kaaza, eMule, LimeWare e eDonkey), principalmente. [1]

En el otro lado y al margen de las que actuaban fuera de la legalidad, se encontraban empresas que veían posible una compatibilidad entre el modelo tradicional y el uso de Internet para la distribución musical.
Es el caso de los suecos Daniel Ek y Martin Lorentzon que vieron futuro al consumo de la música vía streaming y fundaron Spotify. Tras 5 años de vida y una innegable consolidación, la empresa sigue luchando por la viabilidad económica y, con ello, buscando cuál es su futuro.

Desde que fue lanzado el 7 de octubre de 2008 inicialmente para el mercado europeo, el programa ha ampliado su oferta hasta introducirse en el mercado norteamericano el 7 de julio de 2011, alcanzando un total de 2 millones de suscripciones de pago y superando en consecuencia a sus principales competidoras: Rhapsody y Sony Unlimited.

En definitiva, desde esta perspectiva, parece solucionarse uno de los grandes problemas: el consumidor deja de estar obligado a acudir al pirateo para escuchar música gratis y esta solución es legal y, en principio, reporta beneficios a las discográficas. De hecho, Spotify firma acuerdos con varias de las grandes compañías a nivel mundial, de la talla de Universal MusicSony BMGEMI MusicHollywood Records y Warner Music[2]

El usuario puede escuchar la música gratis si elige la versión Free, entre otras restricciones con publicidad entre las canciones y en principio una restricción de tiempo, que se ha ido variando a lo largo del tiempo (al igual que se ha ido aumentando la cantidad y longitud temporal de la publicidad). Otra opción es la versión Unlimited, por 4,99 € al mes, que aporta las principales ventajas de la eliminación de publicidad y por último la Premium, con un coste mensual de 9,99 €, que permite la escucha también en dispositivos móviles. [3]
File:Daniel Ek addressing Spotify staff.jpg
La compañía ha doblado con creces sus ingresos en 2012 respecto al año anterior, con 435 millones de euros (577 millones de dólares) al expandirse a nuevos mercados y prácticamente duplicar su número de usuarios, según documentos oficiales de la empresa. No obstante,  tuvo pérdidas netas de 58,7 millones de euros, frente a los 45,4 millones registrados en 2011. [4]

Pese a que no llega a estar en peligro de quiebra, necesita un cambio sustancial en la oferta, ya que no está siendo beneficioso. En la columna de gastos del balance económico está en letras mayúsculas, por supuesto, el pago de derechos a las firmas discográficas, el cual ha pasado a ser el principal ingreso de las mismas. Spotify, a rebufo de iTunes, son las que en mayor medida mantienen contentas a dichas disqueras en referencia a la música en la red y a su buena  económica en general [5]. Esto saca a relucir que quizá el motivo de la inviabilidad económica  actual de Spotify en el largo plazo sea, como la firma ha dejado caer en más de una ocasión a las discográficas, el alto coste de las regalías que éstas manejan. Se reduce a la sencilla ecuación en la que, manteniendo Spotify los mismos (y crecientes) ingresos por publicidad y cuentas Premium, con una disminución de los costes por derechos de autor, conseguirían los beneficios anhelados. 

Pero, por otro lado, tenemos los siguientes datos: 0,006 € se pagan de media al autor por reproducción y 60.000 reproducciones necesita un músico para ingresar lo que ganaría vendiendo un solo disco físico (tomando una media de 15 € que cuesta un CD). [6]

En algunas críticas llevadas a cabo por parte de numerosos renombrados artistas españoles, la mayoría denuncian el modus operandi de la empresa y algunos apuntan a que “lleva demasiados años escudándose en que el proyecto está empezando” (Rubén Pozo). Con esta actitud por su parte, los directivos de Spotify esquivan así el descontento de los artistas ante los irrisorios ingresos que perciben por la escucha de sus canciones en la plataforma virtual.

Al margen de buscar culpables en la empresa de difusión o en las discográficas, lo que está claro es que, como ya nos es familiar en España en el terreno de la gestión de los derechos de autor, los que están saliendo peor parados son los peores sellos y los artistas. Con este modelo los músicos aún siguen estando en un limbo en el que falta claridad y sobre todo beneficio económico, dentro del cual han de ampararse en aquella panacea de ganar dinero con la música en directo, frente a la pérdida de vista del formato físico como principal fuente de ingresos. Este hecho sugiere sucintamente que las discográficas siguen dando a los artistas palmaditas en la espalda y pidiendo apretarse el cinturón mientras se les tiene al margen de los nuevos modelos de negocio a costa de los que ya tienen ganancias más que importantes.

Según los datos aportados anteriormente, solo los grandes artistas que mueven masas pueden llegar en un mes a recibir una cuantía que supere la centena de euros. Esto suele cuanto menos decepcionar al artista ya que, en palabras de Santi Balmes, cantante de Love of Lesbian, “cuando ves que por dos millones de escuchas te pagan 400 euros a repartir entre cinco, el mosqueo es considerable.

Otros grupos de primera fila internacional han optado por no ceder su música a Spotify, o al menos no toda, como es el caso de AC/DC, Oasis, Pink Floyd, The Black Keys, The Doors o Metallica, aunque estos últimos han acabando cerrando el acuerdo.


En definitiva, este modelo de difusión de música está en pleno auge pero aún no se establecen como forma sostenible para todas las partes. Si bien está claro que el streaming y el P2P ha superado con éxito la batalla al formato físico, empresas como Spotify han de seguir puliendo en modelo.

 “Aquí me parece que hay alguien que no está diciendo la verdad, que nos está engañando” (Antonio Luque, de Sr. Chinarro).


JORGE DOBÓN MASCARELL